El señor Tersilio Sciarra compró en los años Ochenta una casa en el barrio medieval de Orvieto. La rehabilitación del edificio comportaba la consolidación de los cimientos. Se pusieron mano a la obra y descubrieron que bajo el primer sótano había otra cámara que comunicaba con la casa de al lado y que debajo se escondían otras grutas. Los trabajos de vaciado de los subterráneos fueron complicados y sobretodo carísimos ( los gastos corrieron a cargo de la familia), per valió la pena: un total de nueve cavernas nos llevarán atrás en el tiempo hasta los antiquísimos orígenes etruscos de la ciudad de Orvieto. El Pozo de la Cava te sorprenderá.
Las casas medievales de Orvieto eran verdaderos icebergs. Cada vivienda poseía una serie de locales bajo tierra donde conservaban el vino y los alimentos: en la planta baja de la casa se prensaba la uva y se realizaba la matanza y descuartizamiento del animal para conseguir carne. Debajo, en el sótano -1, se dejaba fermentar el mosto y se almacenaba el aceite. En el nivel inferior o sótano -2 ( o sea el más profundo) se almacenaba el vino ya fermentado y las carnes para su curado. Tres niveles de profundidad, tres niveles de producción y conservación de productos. Cuando se excavaban estas grutas el material que se extraía servía como materia prima para la construcción de la casa que se situaba encima. Las cuevas tenían también otras funciones: vertederos de basura, hornos de cerámica. El pozo que da nombre al lugar tiene 36 metros de profundidad. Fue excavado en el siglo XVI aprovechando la existencia de otro orificio del siglo V a. de C. ¿Te atreves a lanzar una moneda al pozo? Dicen que trae buena suerte.